Islandia

Ya no se ni cuantos meses han pasado desde que volvimos de Islandia y, parece mentira, que un viaje tan destacable no haya pasado ya por Me llaman Trípode.

Me fui bien cargado de cámaras, la reflex digital y la analógica, aunque esta última murió en una playa del sur del país en los últimos días de viaje y prácticamente a la vez que nos quedamos sin más memoria en la tarjeta de la digital, es decir, fe-tén.

Aún así, como tengo una huevaco de fotos, me gustaría autocontrolarme y mostraros sólo las X más representativas y así de paso no os hartáis, pero al final neh. De momento sólo colgaré las de la digital, ya que con la otra sólo me dediqué a coger paisajes pero ya os las mostraré a modo de postales en la siguiente entrada.

Va, comencem!
Nuestra idea era recorrer el país por la carretera circular que bordea el país, durmiendo mayoritariamente en campings, alguna vez de couch-sourfing y otro poco de hostal. Era mediados de Septiembre, suficiente para que hiciera frío de ese que hace al grajo coger el metro, por lo que teníamos que ir bien preparados para la acampada. Decidimos alquilar un coche y complementar el material de camping que llevábamos con otro alquilado en un tienda especializada. Sabía decisión.

Nada más aterrizar en el Aeropuerto Internacional de Islandia fuimos a coger nuestro Kia Rio A-Tope-De-Power, donde pagamos la primera turistada. El jodido volcán que hizo sostener en vilo  durante semanas nuestro viaje fui utilizado en nuestra contra para remeternos un seguro «antí-volcanes» que por supuesto no nos hizo falta. Realmente se llamaba «anti-cecinzas» pero mola más de la otra manera.

Bueno, eran las dos de la mañana y ya teníamos coche, sólo faltaba ir a recoger el material de camping, hacer noche en el coche y empezar a recorrer carretera. Y eso fue lo que hicimos.

 

 

Nuestro plan para ese día era ir a la Península de Snaefellnes situada en el Noreste del país con un Parque Natural coronado con un volcán que según Julio Verne era la entrada al «Centro de la Tierra». Una rutica sencilla y molona, pero el tiempo no quiso que la hiciéramos así que nos dedicamos a visitar la costa de la península y a pensar donde haríamos camping, con la lluvia. Finalmente nos alojamos en un hostal entero para nosotros dos. Bien.

Campos de Lava

 

 

 

La costa, en un día de perros.

 

Nuestro hostal. A solas, con las llaves. Hospitalidad islandesa.

 

Con las pilas mas que cargadas nos encarábamos a una jordana de carretera intensiva. 8 horas para recorrer (y parar a ver) el norte del país. Nuestro destino era Akureyri, la segunda ciudad del país (18.000 habitantes) donde teníamos para dos días casa en couch-sourfing.

Durante el día se nos hizo el ojete chiquitico chiquitico con paisajes como éstos:

 

 

 

 

 

 

Aay el norte nevado y la península de Trollaskagi, con su espectacular puesta de sol…

 

 

 

 

Mú sucio.

 

Llegamos, tarde, pero fuimos a dormir a la casa que teníamos apalabrada con el hombre del couch-sourfing, él no estaba, estaba trabajando, pero nos dijo que fuéramos que nos abriría un americano que también hacía noche allí. Todo muy normal, todo muy islandes.

A la mañana siguiente pudimos desayunar con el host, bien majo. Nos dijo que dejaba su casa en couchsurfing para luchar contra la especulación de los alojamiento turísticos. :-). Tenía novia catalana y le hacía gracia Torrente. Fue un mañana agradable.

Nosotros nos preparábamos para ir unos pocos kilómetros al sur de la ciudad, al lago Mytvan, una localización donde tan pronto te encontrabas un antiguo volcán extinguido, un lago, un campo de azufre, campos de magma… ¡Amor!

Y de esto, que vas de camino, y ves que la puta tierra se abrió y formó esto y encima, no era ni lo principal que íbamos a ver. Seguimos.

 

El lago Mytvan desde el cráter del volcán:

 

 

 

¿Por dónde para el nuevo mundo?

 

Simón también molaba a pesar de llevar gafas de publicidad.

 

Caminando entre restos de erupciones.

 

 

Faltan las fotos, que las hice con analógica, de los campos de azufre con fumarolas por todos lados y un poco agradable olor a huevo podrido y también las del baño termal al que nos metimos justo ahí al lado del lago Mytvan mientras el sol se ponía. Todo muy bucólico y parejil jaja.
A la salida del baño nos encontramos a unos compatriotras del estado español que nos dijeron que esa noche había previsión de Aurora Boreal…. WTF, OMG, escasez lingüística en la red. Y esto fue lo que nos encontramos cuando volvíamos a la ciudad:

 

Sí, se me fue el foco a Pontevedra, pero ¿Qué queréis? en mi pueblo casi nunca hay, y no tenía pillada la técnica.

 

Descansamos, nos despertamos y charlamos largo y tendido con el dueño de la casa antes de marchar desde el norte del país hasta el sureste, aprovechando para ver de camino por la Carretera Circular, Selfoss (la cascada con mayor caudal de Europa), pueblecitos costeros de los glaciares orientales y más.

Nuestra idea era llegar hasta el Parque Natural de Skaftafell, pero como queríamos ir china-chana hicimos noche a unos 200 km de este, en el camping de Hofn, nuestra primera noche de acampada. Camping tipo islandés, con caseta donde se situaba un «salón-cocina» con fogones eléctricos, tele, sillones y duchas con calefacción. Nada mal oiga.

Abandonamos la ciudad de los semáforos de Acción Poética

 

Selfoss

 

De espaldas a Selfoss

 

 

Y de camino…

 

 

 

Se hizo de noche y nos tocó montar nuestro nidito de amor donde por cierto, dormimos 5 noches seguidas bastante bien:

Al día siguiente, tiramos camino del Parque Natural de Skaftafell, una pasada de sitio. Glaciares, llanuras, rios y cascadas por todos lados, babuinos a mi izquierda, babuinos a mi derecha. No de eso no, pero de lo demás sí, hasta un vasco, de Bilbo.

 

Glaciares a lo lejos…

 

 

 

… Glaciares a lo cerca:

 

Llegamos lloviendo al camping del Parque y no sabíamos que coño hacer, montar tienda, ir a dormir a cabañas kilometros a lo lejos, dormir en el coche… En ese momento dejó de llover un rato y empezamos a montar la tienda. Empezó a llover cuando no habíamos terminado. Gotas, mojados, desanimados… Decidimos ir a cenar (entiendase por cenar, hacerse cous-cous en el camping gas algo de puré de patata y vino del Somontano (Huesca) que compramos en el aeropuerto.

Terminamos de cenar, todavía quedaba algo de luz, acabábamos de conocer a Andoni y nos apetecía caminar, así que, nos fuimos hasta donde comenzaba (o terminaba) el glaciar más cercano en una rutica que ni llegó a 30 minutos.

Refrigeración cervecil de urgencia.

Después volvimos a la tienda donde a parte de conocer a un cubano capitalista que vivía en EEUU y trabajaba en no se que mierdas del ejército y a un par de belgas, de los cuales no recuerdo ningún tópico, poco más hicimos. A la mañana siguiente nos esperaba una ruta a pie por el glaciar Skaftafellsjökull y por la tarde alguna otra por el resto del Parque.

19 de Septiembre:

Empezamos la ruta donde el glaciar tocaba orilla, justo en la parte en la que hielo portaba cecinas de una erupción volcánica en el siglo XVIII. Nos pusimos los crampones y nos dieron unos piolets (creo que para hacer la turistada) y empezamos a caminar glaciar arriba.

 

 

 

 

eeeeeh Simbooooooon

 

 

Entre que fue en inglés y hace muchos meses no se si mi mente ha cambiado alguno de los siguientes datos. Por lo visto cada año, en la cima, se acumulan más de 50 metros de altura de nieve. Lo que hace que del peso se apelmace y se forme hielo. Ese hielo desciende a una velocidad de 150 metros por año, así que imaginad cuanto años tenía el agua que pisábamos (y que bebimos, mu fresquita y mu clarica por cierto)

 

 

Faun! comer, un té caliente y seguimos de ruta, ahora por tierra firme

 

Empezamos por la últimas de las muchiiiiiiísimas cascadas que hacía el riachuelo que seguimos aguas arriba:

 

 

 

Atiende que llanura hasta llegar a parar al océano.

 

 

 

Se fació de nueitz y tornamos a la tienda. Esa noche no llovía, estaba despejada y hacía bastante frío. Cenamos, no me acuerdo qué y preparé mis cosas para ducharme. Pasaban dos días desde que no lo hacía y ya tocaba. La ducha era de pago (5 minutos de agua caliente por no sé cuanta pasta) en unas cabañas con poco mas aislamiento térmico que una puerta.

 

 

Volví a la mesa y Simón me sorprendió gratamente. Faltaban aún unos minutos para mi cumpleaños en hora islandesa y yo tenía sobre la mesa un regalo (un libro de Murakami) y otro sobre la cabeza, una Aurora Boreal. ¡¡ASÍ SÍ!!

 

 

Así que, abrimos la botella de Ginebra (Larios, tampoco os penséis que nos daba para más) y nos las servimos a palo seco en unas heladas tazas de aluminio de camping. yeah! Simón en una silla contemplando y yo revoloteando alrededor del camping haciendo Light-painting con la lámpara de la tienda y tirando fotos como loco.

 

 

¡26 anyos mocet!

 

 

Después de tan grata noche, nos despertamos con un día de aupa! solezaco perfecto para poner a secar nuestra húmeda tienda antes de meterla en el trastero trasero del coche.

 

Nos montamos en el Kia y marchamos buscando las costas del Sur. Sol, buena temperatura (para ser Islandia), pocos kilómetros por delante, bien dormidos. Buen regalo de cumpleaños querido país.

 

 

 

Y aquí, estimadas lectoras, fue donde rebobiné mi último carrete con la Pentax. Saqué el carrete, metí el nuevo, y el pasador no hacía su función. Parecía que agonizaba al hacerlo, sin fuerza, le ayudaba pero no conseguía nada. Hasta que se bloqueó. No daba más.

Volví, con el rabo entre las piernas a mi relegada al segundo plano Canon digital. No lo recibió con mucho agrado y me dejó muy poca memoria en la tarjeta. Me veía obligado a tirar en .JPG y seleccionar mucho las fotos…

 

Bonito lugar para morir anyway

 

 

 

 

 

Preciosa parada para un alto en el camino

 

 

 

 

¡joder! hacia demasiado buen tiempo y éramos libres, ¿por qué no correr como un descosío agitando los brazos?!! AAAAAAAAHH

 

Y como a todos los animales, humanos o no humanos, ahí que dejarlos a sus anchas, las ovejicas pasaron tranquilamente por la carretera hasta el lugar donde tenían a bien ir.

 

Al menos no se pusieron a buquir como las del primer día…

 

Y más cascadas:

 

y sus colores:

 

Esa noche noche también dormimos en camping, bastante completo por cierto. Agradables charlas en el «salón» en torno a un gin-tonic con las personas que allí había. Bueno en torno a un Gin-Sprite. Trasnochamos algo, no mucho y creo que acabamos la noche viendo, cada uno metido en su saco videos de «Haciendo la Mierda» y Berto Romero. Bien.

 

Todo lo mas mainstream nos esperaba al día siguiente. El Círculo Dorado, le llaman, a la triada de la mayor catarata del país, la zona con el mayor geyser y el mayor complejo de agua termal (para otro día) y la colisión de las placas tectónicas continentales de Pingvellir.

 

 

 

 

Y en Islandia, si hay falla hay caída de agua…

 

Después fuimos a un campo que acababan de bombardear:

 

To mentira, estábamos en Geysir, sí donde el Geyser más grande. Campo de azufre con su característico olor a huevo podrido, esta vez bastante más disimulado:

Kataplon plon plon

 

Había que hacerlas:

 

 

 

Y de puente a puente tiro porque me lleva la yussssssfffhhfhsfhf. Gulfoss (Catarata Dorada) la caída de agua más famosa del país.
32 metracos de altura.
Me encanta la historia de este sitio y no me voy a resistir a compartirla:

«Las cataratas estuvieron a punto de desaparecer en los años veinte, cuando un equipo de inversores extranjeros quería construir una presa en el rio Hvita para un proyecto hidroelectrico. El propietario de las tierras, Tómas Tómasson, se negó a vendérselas, pero los constructores se movieron a escondidas y obtuvieron permiso directamente del gobierno. La hija de Tómason, Sigridur, caminó descalza hasta Reykjavik para protestar, y llegó a amenazar con lanzarse a la catarata si el proyecto prosperaba. Afortunadamente, los inversores, no llegaron a pagar el contrato de arrendamiento, se canceló el permiso y las cataratas se libraron de la destrucción.

En 1975 fueron cedidas a la nacion y desde entonces han sido una reserva natural»
Chapó.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A partir de aquí, todo está confuso. Me quedé sin memoria en la tarjeta de vuelta al camping.

Recuerdo que intentamos hacer una ruta dentro de una cueva en el día que más frio y viento hacía, se me rompió el frontal, nos mojamos, no avanzamos… Así que, como se hacía de noche volvimos al camping a descansar.

Nos despertamos en el 9º día con la intención de ver la Península de Reykjanes, donde se haya la capital, La Laguna Azul (el complejaco termal que no pagamos, solo vimos desde fuera) otro punto donde chocan las placas tectónicas americana y europea, etc.

De todo ello, lo único que me queda decente de ese dia son unos caballos islandeses. El resto, los tres siguientes, lo gastamos en la capital, haciendo cosas de modernos y de islandeses, que mas o menos son lo mismo. Bares, música, exposición, free tour y unas cuantas horas en las librerías con cafetería y wifi tan comunes.

Y ya! ¡Por fin acabo esta entrada! (que empecé a escribir hace dos semanas) Espero volver pronto con una colección de las fotos que hice con la Pentax, pero esta vez intentaré que sean pocas.

Espero que os haya gustado y que hayáis conocido un país tan increíble como es Islandia.

Sin mas os dejo y os emplazo para la siguiente ¡Agur amigos!

P.D. Al final arreglé la Pentax en casa. Era una piececita que se había soltado y como antes era todo mecánico, pues se coloca y todo vuelve a funcionar como si nada. Me ahorré los 110€ que querían cobrarme en Reykjavik o los más de 50€ que me hubieran cobrado aquí.¡Entalto lo viejuno!

 

 

2 Replies to “Islandia”

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