Un mes es lo que llevo ya por Nicaragua. Podría decir que se me ha pasado rápido, que se me ha pasado lento y en las dos no estaría diciendo toda la verdad. Me siento aclimatado, rapidamente me habitué a la vida del cooperante-viajero. Una vez superado el cansancio del jet-lag (que la gente se acueste a las 21-22h como tarde ayudó) estuvo todo hecho.
Los primeros días, como no podía ser de otra manera, fueron de toma de contacto. Primeras reuniones con el Hermanamiento, primeras excursiones, primeros frescos (jugos de fruta fresquíshhimosh) y primeros gallopintos.
Viajes a la playa de Las Peñitas, que significaban mi primer baño del año 2015 (no he tenido vacaciones) y el primero de mi vida en el Pacífico (que no hacía honor a su nombre). Aprovechamos también para ver la Isla de Juan Venado (o John Deere en inglés) una reserva de manglares y fauna diversa de agua salada.
Los Pocitos
Después vino mi primer contacto con la comunidad, el área rural, Los Pocitos. Había oído, por lo general, comentarios y experiencias bastante dramáticos de la vida en las comunidades. Pobreza, falta de higiene, violencia machista, alcoholismo, etc. Puede ser que no sea yo muy sensible e impresionable (Aiba, un coche azul!) pero la verdad es que vi un ambiente relajado, familiar, muy de pueblo. Alcoholismo apenas he visto (algún hombre «bolo»), violencia machista la misma que te encuentras en cualquier sociedad patriarcal como por ejemplo España (mujer servicio del hombre y de la familia, sumisión, etc) pero afortunadamente se está haciendo un gran trabajo en ambos casos por erradicarlo. Lo que si que igual me ha chocado más es, digámoslo así, la relajación en la higiene, no tanto personal sino de basuras, entorno, animales, etc. Con todo ello en la comunidad me siento en casa, cómodo, la gente se porta muy bien con el «chele» (blanquito), como mucho y muy rico y con mi anfitrión Ángel estoy conociendo toda la zona a conciencia.
Ometepe
Después de reuniones y reuniones para los diferentes proyectos del Hermanamiento con Zaragoza (jóvenes emprendedores, Cámara de Comercio de León, capacitación en informática a los profes, etc) tocó el primer viaje serio a Ometepe, una isla formada por dos volcanes dentro del Lago Cocibolca, un sitio verdaderamente bonito.
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Boda Evangélica
Fui invitado a la boda que se celebraba en la familia pero sería una boda diferente a comer en Salones Maria Cristina y ponerte como las Grecas con los Gin-tonics. Se celebraba en el recinto de Yuquitas El Ángel, que es una «papitería» donde elaboran yuca y plátanos y patatas fritas. La comida estaría a cargo de Tania (quien me da de comer todos los días) estaría amenizada con una orquesta cristiana que tocaría todo tipo de estilos musicales en los que Cristo era protagonista. Paradójicamente no habría baile por lo que sólo quedaba una copiosa cena de comida tradicional, eso sí, bien regada de Pepsi. Y bueno, no eché sobre.
Primeros volcanes
Después vendría el ascenso a los volcanes Cerro Negro, El Hoyo y el San Cristobal, expuestos en orden de dificultad ascendente. Como bien se pudo ver en Instagram el San Cristobal fue bien jodido.
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Gritería
Y acabo con la gritería, una tradición proveniente de los franciscanos (o alguno de esos) que consiste en montar altares a la virgen en las casas donde más tarde la gente vendrá gritando cosas cómo «¿Qué causa tanta alegría? La concepción de Maria!»,»Maria de Nicaragua, Nicaragua de María!!» o el falto de innovación «Viva la virgen!» y se les dará dulces (o cosas como cerillas, platos de plástico, sobres de cafe, etc). Es básicamente una buena muestra de cómo se consiguen creyentes comprándolos con minucias, una mezcla entre lo que ves en Halloween y la avaricia de las cabalgatas de Reyes.
La verdad es que León estaba bien bonita y alegre, gran ambiente con gente venida de todo el país. En fin, este fue mi botín:
Nos vemos pronto. Agur amigas!